En estos lugares se esconden en verdad mis secretos esos que me hacen relamerme, que me llenan la boca de promesas y recuerdos. Callo, no por miedo o prudencia, simplemente porque sé que si les contara mi razón de ser, mis motivos, mis apetencias, con toda probabilidad no lograría que me comprendieran. Doy la cara porque es lo único que poseo: mi rostro, mi nombre, mi apellido y mi fiebre, y me muestro tan egoísta y caprichosa como enterada de mis limitaciones, al menos lo suficiente como para saber retirarme a tiempo. Sé dosficar mi ansia y traducirla en pitanzas asombrosas que provoquen admiración, envidia o rabia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario