Follow me

jueves, 3 de enero de 2013

Salta alto, nunca bajes.

Cómo lo superaré? Saltando mucho más alto.
Eso es lo que me repite mi mente desde hace varios meses.
Algunos dicen que la vida es injusta, otros dicen que con el tiempo pone a todo el mundo en su sitio... Yo no digo nada, me dedico a vivir a sufrir viviendo, buscando una felicidad que se me escapa por escasos centímetros. Tengo algo por lo que luchar y eso nunca va a cambiar, soy quien soy y nadie va a lograr que me derrumbe aún estando durante este verano al borde del abismo.
Hace años decidí no preguntarme nunca más los porqué, lo único que puedo conseguir con ello es hacerme daño y no encontrar solución.
Si creyese en Dios afirmaría sin lugar a dudas que si mi abuelo ha muerto de esta forma, es porque Dios necesitaba a otro ángel y porque tenía que morir entre el cariño que le hemos dado en estos últimos meses, cariño que se veía en nuestros ojos y que aún se ve cuando le recordamos.
El sacerdote de la misa no sabía nada de su vida, pero pudo asegurar que debía de ser una grandísima persona al conocerle en sus últimos días y ver cómo toda la familia estaba volcada en él. También se sorprendió al ver que no éramos sólo los familiares los que llorábamos su muerte, personas desconocidas para mí lloraban al darse cuenta de que habían perdido a una gran persona de la manera más injusta.
Todos los problemas nos aportan algo, a mí me ha servido para saber quién está en los peores momentos y quién está contigo por puro interés. He llegado a divertirme dentro de la infelicidad comprobando cosas que ya sabía, pero que hasta que no las vives no te las crees. La sorpresa siempre ha sido una de mis sensaciones más buscadas y lamentablemente, este verano no me han dejado de sorprenderme para mal.
Por supuesto no todo son lloros, ya que gracias a mi abuelo me he dado cuenta de quién sobra en mi vida, he podido comprobar quién no puede faltar en ella. Me he visto en la obligación de dedicarle este pequeño escrito a quizá la persona que más ha dado por mí a lo largo de mi vida y que ya no estará aquí para señalarme el camino correcto, ahora me toca a mí. Muchas gracias y descansa en paz, porque si alguien se merece esa paz, eres tú.
Mi carácter ha cambiado y pocos han sabido cómo aguantarme, pocos han tenido esa paciencia necesaria para superar mi constante y ácida verborrea, como pocos han sabido qué era lo que realmente me pasaba. Si me cuesta pedir ayuda y exponer mis problemas, imaginad lo que me ha costado escribir todo esto.
Dejemos las penas y lloros de una vez, soy quien soy y nadie va a evitar que siga siéndolo, pido perdón a quien haya atacado sin sentido y echaré de menos a quién pensé que estaba a mi lado y no en mi espalda.
Madrid estaba especialmente iluminado, el sol parecía más alegre de lo normal, los edificios se mojaban con su luz y mis nervios se intentaban esconder entre sus brillos. Faltaban pocos minutos para verla y no tenía ni la más remota idea de lo que iba a suceder, aunque si sabía lo que quería que sucediese.
Por fin la vi, cruzaba el paso de peatones apresurada y yo no pude evitar ir hacia a ella y darle un abrazo de esos que paran el mundo, de esos que te hacen olvidar que estás en el medio de la carretera y que los conductores no comparten tu sentimiento de alegría y que en cualquier momento acelerarán.
Me encontraba raro con ella, nervioso, ansioso, incluso con rabia de no haber disfrutado de su tacto antes. Su mirada era tan pesada que la mía no podía soportarla, por lo que caía desplomada cada vez que ella la clavaba en mí durante unos segundos.

Fueron unos días llenos de sentimientos que creía olvidados, de sensaciones que pensé que eran rumores, y de besos tiernos que pensé que únicamente se daban cuando el director de la película estaba especialmente tierno ese día.

No hay sexo en este relato, sólo hay un agradecimiento a dos personas que han marcado mi vida, una que ya se ha ido y otra que acaba de llegar y que ya ha conseguido hacerme volar con ella.

¡GRACIAS!

Nunca olvidéis quiénes sois y aseguraros de quiénes son los demás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario